Monday, January 10, 2011

En el metro (de Las cosas del amor).

Eva y Pedro. Noche fría. Eva está sola, sentada, en un banco de una estación de metro. Lleva un gran abrigo y un bolso. Se levanta. Mira hacia un lado. Mira hacia el otro. No ve a nadie. Escucha un ruido que la sobresalta. Se sienta. Mira el reloj. Cierra los ojos. Los abre de nuevo. Mira hacia las vías.

EVA: ¡Ah, ratas…! ¡Qué asco…! (Eva se levanta). Seguro que cuando está vacío, ésas se montan en los bancos. (Para sí). No debes temer a las ratas, no debes temer a las ratas, no debes temer a las ratas.

Entra Pedro.

PEDRO: ¿Le pasa algo? (Coloca una mano sobre el hombro de Eva).

EVA: ¡Ahhh…!!!

PEDRO: ¿Qué tiene?

EVA: ¡No me toques…!

PEDRO: Perdón. No la toco. (Retira la mano).

EVA: Aléjate.

PEDRO: Pero si sólo quiero…

EVA: Sé lo que quieres: abusar de una pobre e indefensa mujer.

PEDRO: ¿Cómo se le ocurre?

EVA: Que te alejes. ¡Auxilio…! ¡Auxilio…!

PEDRO: Ya, me alejo. Salió loquita la muchacha.

EVA: Loca tu madre.

PEDRO: Ya, ya, deja el insulto. De mal agradecidos está lleno el mundo.

EVA: Ya sé, te quieres aprovechar de mí. Pensaste que soy una…

PEDRO: Una nada… tengo malos ratos, pero no malos gustos.

EVA: ¡Grosero…!

PEDRO: Deja la histeria. Estabas hablando sola y sólo quise ayudar. Pero ya. Listo. Nadie me manda a meterme donde no me llaman.

Pedro se aleja de Eva. Pausa. Ruido y luces de tren.

PEDRO: El expreso. ¡Qué vaina, no pasa el tren local.

EVA: ¿Hablas conmigo?

PEDRO: No.

EVA: Pero estabas hablando.

PEDRO: Para mí mismo. ¿Qué? ¿Está prohibido hablar solo?

Eva mira fijamente las vías del tren.

EVA: Fuera ratas. ¡Fuera, ratas! ¡Quítense…!

PEDRO: Ahora les toca a las pobres ratas soportarla.

Eva se acerca a la orilla del andén. Cuando está por saltar, Pedro la sujeta.

EVA: ¡Socorro! ¡Socorro! Un hombre me está manoseando.

PEDRO: Chica, pero estás de psiquiatra. No quieres que te toque, pero estabas por suicidarte.

EVA: ¡Socorro!

Pedro la sacude por los hombros.

PEDRO: ¡Ya! Siéntate.

EVA: (Solloza). Es que una no se puede morir en paz.

PEDRO: Sí, te ibas a morir. ¿Con cuál tren si no viene ninguno?

EVA: Ése no es el punto… estaba ensayando.

PEDRO: Tú eres una loca exhibicionista. La gente cuando se quiere morir espera un tren que la espachurre bien espachurrada, o se tira de un edificio bien alto, o toma veneno. Tú lo que querías era llamar mi atención, ¿verdad?

EVA: No te me acerques… no te me acerques… voy a gritar.

PEDRO: Es lo único que has estado haciendo todo el tiempo. Me quieres provocar.

EVA: Abusador.

PEDRO: Ven mamita, pa’ que se te pase el susto.

EVA: Déjame en paz.

Pedro se acerca. Le abre el abrigo de un tirón. Debajo del abrigo, Eva lleva ropa interior.

EVA: No te acerques a una mujer indefensa.

Pedro la abraza. Eva saca de su bolso un revólver. Apunta a Pedro.

PEDRO: ¿Qué haces, loca?

EVA: Mira que eres tonto. Nunca te acerques a una mujer indefensa.

PEDRO: Deja ese revólver…

EVA: Dame la cartera.

Pedro se la da.

EVA: Ya resolví la noche

PEDRO: Pronto va a pasar un tren.

EVA: ¡Ay, qué miedo…! Quítate los pantalones.

PEDRO: ¿Aquí, en plena vía pública?

EVA: Sí, donde querías abusar de mí.

PEDRO: No, me da vergüenza.

EVA: (Apunta a la entrepierna de Pedro). Uno… dos…

PEDRO: Está bien, está bien.

Pedro se quita los pantalones; escucha un ruido.

PEDRO: Viene alguien.

EVA: Vístete.

Pedro se pone el pantalón torpemente. Ambos se sientan en el banco. Pausa.

PEDRO: Estuviste excelente.

EVA: Y tú también, Pedro. Pero…

PEDRO: ¿Qué?

EVA: Esta fantasía ya me está aburriendo. ¿Y si hacemos la de la mujer policía?

PEDRO: Mmm… mejor la del bombero que con la manguera rescata a la joven del incendio.

EVA: Lo que tú digas, amor. Mañana busco la gasolina y prendo el apartamento.

PEDRO: No veo la hora de rescatar a la joven indefensa.

EVA: ¡Qué rico…! ¿Sabes una cosa?

PEDRO: Dime, Eva.

EVA: Me da tristeza que las otras parejas no sean tan felices como nosotros.

PEDRO: Sí, qué lástima. Sólo nosotros somos los suficientemente cuerdos para no aburrirnos.

(Caminan abrazados por el andén del metro. Oscuro).

Monday, January 3, 2011

Sheila Marisela (monólogo de Las cosas del amor)

SHEILA MARISELA: ¡Qué calor...! (Se abanica. Del bolso saca un espejo. Se mira). Con este calor se me está corriendo el maquillaje. (Se retoca. Demasiado maquillaje). Natural. Así va la mujer moderna. (Se levanta, camina). No pasa. ¿Será que no viene? Viene, claro que viene. Siempre pasa por aquí. Siéntate Sheila Marisela que si caminas sudas y si sudas te verás y olerás horrible. (Se huele las axilas. Saca del bolso un envase de desodorante y se echa. Se sienta). ¿Y si no viene? Sheila Marisela: tú eres una chica moderna y segura... ¿cómo no va a venir? ¿cómo no va a venir? ¡Cómo no va a venir…! Tienes que estar tranquila y fatal. Decreta niña, decreta… “Él va a pasar. Él va a pasar. Él va a pasar”. Él pasa todos los días exactamente a esta hora... No quiero que el libanés se aproveche; ese hombre no pierde oportunidad para echarme los perros: “Habibi, llegaste tarde” y si me ve, se va a acercar para decirme que podría ser la dueña del supermercado. Y si algo tengo claro es que no quiero andar con un libanés, no me salga con que tiene cuatro mujeres más; además, con ese aspecto tan tosco, esas manos grandes, ese pelo negro, la piel oliva, todo pelúo y esos ojos color miel. Yo no nací para ser dueña de un supermercado que se parece a una bodega, no y no, quiero un hombre de ojos azules. (Haciendo memoria). Vanidades: consejos para atrapar al chico que te gusta. “Si el chico que te gusta hace que sientas mariposas en la barriga...” barriga no, eso es de gente ordinaria... estómago. “Si el chico que te gusta hace que sientas mariposas en el estómago, relájate”. (Cierra los ojos y respira profundo). Consejo número dos: “muy natural en todo lo que hagas”. (Agarra el vaso con refresco y ensaya la naturalidad. Posa). ¿Cómo se verá mejor? ¿con los ojos de frente o de lado? (Ensaya) Mmmm de lado... mmm una ceja levantada para que ese hombre se arrastre a mis pies. Consejo número tres: “averigua qué le gusta más: si la mujer clásica a lo Greta Garbo, si la dominante a lo María Félix o la moderna a lo Jlo”. Mmm Greta Garbo, (Saca una pitillera del bolso y camina a lo Garbo. Con voz grave). “I want to be alone”… ¡No! Yo no quiero estar sola. (Guarda la pitillera). A lo Félix. Siéntate que me molesta los hombres de pie. (Transición a lo J.Lo). Mira qué chulería. (Transición). Yo creo que él se va con la Félix. (Pausa) Ya debería estar en la caja del supermercado. Me van a botar, carajo. ¡Modérate Sheila Marisela: a los hombres no le gustan las mujeres vulgares, eso es de mujeres públicas. (Pausa). ¡No va a venir...! Coño, el horóscopo dijo claro y raspao que hoy las estrellas se confabulaban para iniciar la aventura de un romance. ¡Qué mala suerte...! Es que cuando el pobre lava, llueve. Es que cuando una está de malas hasta los perros la mean. Es que me voy a quedar soltera: santa Sheila Marisela. ¡Noooooo...! Yo nací para tener hijitos lindos y rubitos, para tener un rubio marido al que le prepare una rubia cena y con el cual ir a las fiestas de sociedad de gente rubia y bailar rubios valses. Yo quiero ayudar a los pobres haciendo fiestas de beneficiencia a las que vayan la crema y nata de la sociedad: millonarios con sus rubias esposas como yo… nadie se va a dar cuenta que este cabello es rubio a fuerza de farmacia…. en la guerra y en la belleza todo se vale… todas vestidas con abrigos de piel y joyas exquisitas para recoger fondos para regalarle a los niños pobres arroz y latas de sardina. Ése es mi futuro... Sheila Marisela: control. Vanidades. “A los hombres no le gustan las mujeres agresivas”. Mija que si te ve así, lo espantas. (Se relaja). Él tiene posición, se le ve... tiene pinta de hombre fino... cada vez que le doy el vuelto dice “gracias”, me mira con los ojos azules y sonríe y esa sonrisa dice algo... nadie dice “gracias”. Esos esperrujíos agarran el vuelto, se lo guardan y no hablan como si una estuviera ahí como un robot. Por supuesto que él no vive en este barrio donde está la mayor concentración de gente ordinaria y sin modales. Pa’ mí que él es un Smith, un Strauss… tiene cara de… de Peter Smith; pero no es la posición social lo que me interesa... es el amor que puede haber entre dos seres, es encontrar el alma gemela. (Canta) “Si yo encontrara un alma como la mía, cuántas cosas secretas le contaría....” ¿Y si se lo estoy quitando a otra? ¡Nooo…! Él no lleva anillos. (Pausa. Mira el reloj). Doce y diez. Pero bueno... voy a tener que buscarlo... él trabaja en ese edificio... aparezco diciendo que tengo que hacer una cita y... ¡Buscarlo jamás, Sheila Marisela...! ¿Estás loca? No vas a buscar a nadie, eres muy femenina para andar persiguiendo hombres. ¿Y si me lo roban? ¡Ay, si me lo roban...! Solterona, mil veces solterona. Mi horrible destino será soportar a los hijos de Stephanie Caridad: “Tía ¿por qué no te casate?” Qué bochorno, yo sin saber qué decirles. Una mujer tan bella con tanto que ofrecer y soltera. Se te adelantaron. No viene. (Se quita los tacones. Saca unos zapatos de goma. Se saca de la blusa unos senos postizos. Se pasa la mano por la cara descuidadamente). ¡Coño, el maquillaje...! Si me ve el libanés seguro que me dice un piropo, pero las mujeres como yo no estamos para libaneses. Así es mejor que... (Del bolso saca la bata de cajera. Se pasa de nuevo la mano por la cara. Llega el rubio que la mira con extrañeza; acelera el paso. Sheila Marisela se esconde. Se escucha una voz masculina.

VOZ: ¡Habibi atini abouxter…!